martes, 2 de agosto de 2011

Aprendí


Hoy aprendí:


Aprendí, que tantos años de soledad me han dado la oportunidad de saborear mi esencia, que mis horizontes no son los mismos de ayer. Aprendí que ha fuerza de intimidad con mi alma, crecí y cambie…

Aprendí, que mi corazón ya no anhela con la fuerza de un huracán descontrolado, hoy anhela con el de una brisa suave en un día calmado.

Aprendí, que no puedo arrancar de mi todo aquello que se enraizó en lo más profundo de mi alma. Que mis recuerdos me pertenecen, y puedo tratar de olvidarlos pero no puedo desterrarlos como si jamás los hubiera vivido.

Aprendí, que cada ser que fue un huésped de mi vida, me dio la mano y guió mis pasos hacia lo que soy… hacia lo que siento…

Y recordé…

Recordé que el dolor se convirtió en un manto de tinieblas que hizo que dejara de ver los colores en el arco iris de mi vida. Que abrí heridas y las nutrí de sal para que me dolieran más que tu ausencia. Sangre de tanto amarte... sangre de tanto odiarte...

Invertí años en tratar de olvidarte y mi condena fue no poder dejar de sentirte, de pensarte…

Y en medio de la tormenta me olvide…

Me olvide de que me amaste y me llenaste de vida. Me olvide de tus caricias que fueron vientos que me elevaron al cielo, me olvide de tus besos que fueron océanos de un amor inmenso, me olvide de tus “Te quiero” que pusieron en mi alma la grandeza del universo.

Olvide tu mirada con ese azul intenso, que era mi refugio y mi paraíso eterno, me olvide de todo aquello que me llevo a adorarte y te culpe de todo lo que me llevo a odiarte.

Y aquella noche soñé…

Soñé que tu alma se había perdido, como un vagabundo errante en los confines de la nada, te abandonaste en un vació sin retorno, en una soledad desgarrada.

E intente rescatarte de tu locura, abrazándome a tu alma torturada, sonreíste, tomaste mi mano y saciaste tu necesidad de una caricia robada.

Y prendida en tus ojos pude ver…

Que sumergida en tu oscuridad… seguía brillando mi luz

Que aunque decidiste no ser y no estar… seguías amándome

Y desperté…
Desgarrada en lágrimas tantos años encerradas…

Y comprendí…
Que tu amor fue un tesoro que me regalo la vida, que nuestro tiempo murió dando paso a nuevas primaveras y que no puedo arrancarte de mi como tu no puedes arrancarme de ti, pues ambos guardamos en el mismo baúl, el amor que un día sentimos, el amor que un día compartimos…

Y sentí:
Sentí que mi arco iris se llenaba de colores y mi primavera de rosas, sentí la pasión de la vida latiendo en mi corazón…

Y me di cuenta…
Que amar al amor es algo que debo agradecerte, tu me enseñaste a ser amor

Y supe…
Que hoy ando descalza y ha corazón abierto, jugueteando con las olas, danzando con el viento

Y renací…
Con las caricias de ese amor incierto, que anda en mi camino, pero aun no esta en mi tiempo.

Y me deje llevar…
Por esos abrazos, esos besos y un te quiero, de un rostro desconocido que esta llegando a mi encuentro

Y me dejaste ir… y te deje marchar…

Mary Lorenzo©